top of page
Latas de pintura
GUAYASAMÍN
UN LEGADO PARA LATINOAMÉRICA
EL PINTOR INDIGENISTA

Basta con dar un primer paso en la “Fundación Guayasamín” para reconectarte con tus raíces, con tu interioridad y con la voz de un pueblo que vive dentro de ti.

Colores rojos, negros, amarillos y ocres adornan la fachada. A la entrada se puede observar la Capilla del Hombre valiosa e invaluable no solo por sus pinturas, sino también por su soberbia arquitectura, parece a lo lejos una pequeña pirámide con un toque moderno.

Cada pieza es única y auténtica. Al mirar los cuadros directamente a los ojos es como mirar el alma de quien los pintó, del propio Guayasamín, atento y concentrado tratando de captar hasta la más mínima sensación de su modelo.

Vas caminando por cada uno de los pasillos y es imposible no sentir el fervor ancestral, lo sientes en tus venas, cada baile, cada comida, cada vestuario, cada rostro marca lo que eres y lo que serás. Es un sentimiento muy difícil de contar. Piensas también en cada lucha, en cada caída, cada asesinato y cada abuso que tuvo que pasar Latinoamérica para llegar hasta donde está ahora.

¿Qué hubiera pasado si no nos hubieran encontrado los del otro lado?, ¿Acaso seríamos el cantor de Manuelita Sáenz quien a viva voz gritaba una Latinoamérica unificada, una Latinoamérica hermana, una Latinoamérica de todos. Sientes que la respiración te aletarga y el corazón late más fuerte. Eso sentía él y te lo transmite incluso sin estar físicamente.

Subes un camino de gradas y piensas en cuántas veces el pintor de pintores no pasó por aquí preguntándose en como transmitirte lo que le aqueja y te angustias, pero al llegar al final te topas con un frondoso árbol y una piscina que refleja el más vivo sol, el capitalino, el de “La Carita de Dios” y tomas un respiro. Inhalas y exhalas… ¡Te reconectas!

Das una vuelta a los alrededores y miras colores por doquier. ¡Qué hábil era el sujeto! Un digno representante del pueblo indígena, del pueblo ecuatoriano. Entra en ti lo que él siempre buscó: que forjes esa identidad perdida y te adueñes de tu historia.

Al conocer a sus hijos comprendes que no todo está perdido, se parecen mucho a su padre. Vislumbras que más allá de pintar, dejó un legado para ellos y para todos, dejó un legado de amor repleto de una tradición que hoy es tuya y mañana será de tus hijos,

pero, Quito es impredecible y el clima cálido desaparece en un suspiro como la misma vida y las nubes se aproximan y debes regresar a tu hogar.

 

Miras por última vez la estructura con su mismo nombre anhelando regresar y entiendes que eres mucho más rico de lo que ayer pensabas porque el arte como decía el gran Guayasamín, cubre la vida.

Video: Arte de Oswaldo Guayasamín, el pintor indigenista.

bottom of page